miércoles, 21 de septiembre de 2016

Bienvenido Otoño

Hoy a las 16:21 hrs., de manera oficial, ha comenzado el otoño, una estación denostada por unos por significar el final del verano y amada por otros por representar precisamente eso, el adiós al verano y sus excesos.
Yo estoy en el segundo grupo pero no porque odie al verano o porque desee que se acabe. En realidad, hace tiempo que dejé de odiar. No me merece la pena gastar mis energías odiando a alguien o a algo. Prefiero amar. Con el paso del tiempo consigues llegar más lejos amando que odiando.
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Foto: Lola Pena
Amo el otoño. Me da sosiego, paz. Pasear sobre las hojas secas caídas de los árboles en un parque puede ser un topicazo de esta estación del año pero a mí me gusta. ¡Qué le vamos a hacer!
El otoño significa reflexión, madurez después de la locura del verano; el otoño es fijar en tu memoria las experiencias recién vividas creando tus nuevos recuerdos; el otoño también es reencontrarte de nuevo con tu vida cotidiana, con tus queridos amigos, con tu felicidad diaria.
Bienvenido Otoño. Te estaba esperando con los brazos abiertos.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Sin ubicación

Aquel verano había sido un poco extraño, cargado de consultas médicas y de algunas noches de hospital, de kilómetros de carretera recorridos escapando del calor y regresando a él.

Habían sido horas de soledad en las que pensar y leer, en las que buscar mi sitio en el mundo a pesar de sentirme un bicho raro que no termina de ubicarse.

martes, 7 de junio de 2016

Aquel martes cruzamos...


Cada martes la gente de MeGustaEscribir a través de sus perfiles de twitter y de facebook nos invitan a terminar un cuento. Ellos nos dan las palabras iniciales del mismo y nosotros lo completamos.
Este martes la propuesta de inicio de cuento era:
"Aquel martes cruzamos..."
Aquí os dejo lo que mi imaginación me regaló para cumplir con este reto. Espero que os gusten mis tres microrrelatos.

En twitter:

  • Aquel martes cruzamos los brazos para formar una cadena humana. Por nuestro bosque no iba a pasar otra carretera a la capital.
  • Aquel martes cruzamos el río a nado en busca de nuestro “El Dorado”. Lo veíamos todos los días en la tele al alcance de la mano.

En facebook:



Aquel martes cruzamos la línea que separa lo más sagrado, la decencia. Romper el cerdito de Hugo para pagar nuestras copas de esa noche había sido imperdonable. Sus ojos llorosos implorando auxilio cuando se lo llevaban al centro de menores nos hizo darnos cuenta de que en aquella ocasión nuestros excesos y vicios nos habían quitado lo único bueno que había existido en nuestras vidas.




martes, 26 de abril de 2016

Pensando en un cambio



Todos los días enseña su perfecta mercancía a sus posibles clientes. Durante la venta intentaba mantener el tipo lo mejor que podía. En cuanto el cliente se iba sonreía triunfante con el dinero en el bolsillo. Después miraba con asco al cliente que se acababa de ir, a todo lo que todavía le quedaba por vender. Si seguía con aquellas náuseas cada vez que tocaba un pez tendría que cambiar de profesión y dejar de ser pescadera.

Foto: Lola Pena.

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Un mes más Adella Brac nos lanza su "Reto: 5 líneas" y yo lo acepto encantada escribiendo este microrrelato. Para leer el resto de relatos de este mes de Abril acudir aquí.

jueves, 21 de abril de 2016

Tres miradas

Respondiendo al reto semanal lanzado por la Academia Hiperbreve (#Hbreves) he escrito tres microrrelatos con la mirada como tema central de los mismos. Espero que os gusten.

Foto: Lola Pena

Primera mirada:
Vi tu mirada curiosa observar como fabricaba un violín y me enamoré de ti. Hoy te enamoraré yo tocando una serenata bajo tu balcón.

Segunda mirada:

Tu mirada inocente me devolvió al mundo real. Ahora me ocuparía yo de todo. Seguro que mamá me echaba un cable desde el cielo.

Tercera mirada:

El pánico de tu mirada y tu marido tendido sobre un charco de sangre nos explicó lo sucedido. Solo quedaba levantar el atestado.

martes, 19 de abril de 2016

Te tomo de la mano

Mi compañera inseparable de aventuras nunca me ha fallado. En su cesta guardaba una lupa, una bolsa de plástico con el cierre hermético, una caja de clips, una máscara que ocultaba parte de mi rostro si era necesario y una cámara de fotos desechable. Con todo ello salía de excursión cada tarde durante las vacaciones de verano.

Mis inexpertos ojos descubrían nuevas especies de insectos y plantas que nunca había visto, encontraban nuevos caminos que me llevaban a lugares insospechados. La aventura de vivir estaba comenzando para mí y ella iba siempre conmigo.

Han pasado los años. Aún hoy me espera paciente en el desván dispuesta a marchar a donde mi corazón nos lleve otro verano más. Tal vez esta tarde tome de la mano a mi bicicleta blanca y vayamos juntas a descubrir el amor que se esconde en mi primer beso a la orilla del mar. La aventura de vivir sigue adelante y ella continúa a mi lado. 

Feliz Día mundial de la bicicleta

Pixabay

miércoles, 16 de marzo de 2016

Respetando las diferencias

Todos los patitos iban en fila india detrás de Mamá Pata. El quinto patito iba siempre distraído. La última vez que se entretuvo, se perdió y acabó metido en un charco de barro.

A Mamá Pata no le importaba la diferencia que había entre su quinto patito y todos los demás. Estaba segura de que acabaría haciendo grandes cosas. Tal vez llegara a ser un hermoso cisne como le ocurrió al Patito Feo, el hijo de su vecina Doña Pata.

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Un mes más he aceptado el "Reto: 5 líneas" que nos lanza Adella Brac y he escrito este microrrelato que nos lleva a la infancia. Para leer el resto de relatos de este mes de Marzo acudir aquí

martes, 15 de marzo de 2016

Una sensación indescriptible

Emilia ya no tenía manera de solucionarlo. Con la respiración cada vez más agitada y los ojos cerrados por completo esperó unos segundos a que todo se pusiera en marcha. Se le hicieron eternos esos segundos. Al sentir el primer movimiento todo su cuerpo se puso en tensión. Con ambas manos apretó con fuerza el brazo de Adrián.
—Tranquila, Emilia, en unos minutos todo habrá acabado —le dijo Adrián—. Abre los ojos, verás como no es para tanto.
Emilia le hizo caso y abrió los ojos. Se percató de que el movimiento era ahora un suave deslizamiento. Sin embargo no le gustó nada que hubiera tanta gente en aquel espacio.
La angustia volvía a apoderarse de ella. Intentó tranquilizarse revolviendo en su bolso hasta que encontró el pequeño diccionario que se había traído consigo en aquel viaje a Francia. Así podría buscar las palabras que no entendiera en las instrucciones que había pegadas en la pared. Los idiomas nunca habían sido su fuerte, y el francés, en particular, se le resistía mucho más que cualquier otro idioma.
—¿Qué haces, Emilia? ¿Qué buscas en el diccionario? —le preguntó Adrián.
—Lo que pone ahí que no lo entiendo —contestó Emilia.
—Qué más te da lo que ponga ahí si enseguida llegamos.
—Ya, y si se para todo, ¿tú sabes qué tendríamos que hacer?
Adrián miró con condescendencia a Emilia. Sujetándola por la cintura la besó con toda la dulzura de la que fue capaz. Buscaba tranquilizarla. No le importó que estuvieran rodeados por desconocidos. El tiempo que durara aquel beso era un tiempo que le estaría robando a la angustia que Emilia sentía encerrada en aquel espacio sin ventanas.
Meterla allí a la fuerza, al empujón, había sido la mayor traición que jamás había cometido contra ella. Aunque sabía que Emilia después se la perdonaría. Nunca había podido estar mucho tiempo enfadada con él. No sería distinto en aquella ocasión.
Adrián estaba deseando llegar al final del trayecto para ver la cara de entusiasmo de Emilia cuando descubriera la sorpresa que les estaba esperando. Ella era una enamorada de aquella ciudad y de ninguna de las maneras él iba a permitir que se perdiera las más hermosas vistas por culpa de su claustrofobia.
Un parón en seco del movimiento hizo que Emilia volviera a cerrar los ojos y a sujetarse con fuerza del brazo de Adrián.
—No seas tonta, mujer, que ya hemos llegado —le dijo Adrián—. Ya verás como te gusta lo que vas a ver.
—¡Más te vale!, después del mal rato que me estás haciendo pasar… —le amenazó Emilia.
Al abrirse las puertas del ascensor un aire fresco les llegó a la cara. La considerable altura a la que se encontraban había hecho descender unos grados la temperatura del ambiente. Emilia abrió los ojos al sentir el frescor. El sudor que le bajaba por los laterales de su rostro se quedó helado.
Sin soltar a Adrián del brazo, Emilia dio unos pasos para salir de la caja del ascensor. Una luz deslumbrante la dejó sin visión por unos instantes. Sólo veía sombras. Su respiración se fue tranquilizando al sentirse pisando de nuevo un suelo firme sin movimientos. Levantó la vista y no pudo por menos que sonreír.
Había que reconocer que Adrián tenía razón cuando le dijo que merecía la pena subir a lo alto de la Torre Eiffel. Tener todo París a sus pies era una sensación indescriptible. Era algo que había que hacer y sentir por lo menos una vez en la vida.

* Relato participante en el Taller de escritura nº 33 de Literautas: Móntame una escena: en el ascensor.

jueves, 18 de febrero de 2016

Resumiendo...


Fueron 160 los días que necesité para escribir
el más bello y extenso poema de amor
que jamás se haya escrito
en el mundo.
Pero te lo resumiré
en dos palabras:
 Te amo.

La bondad de mis palabras

Ven a mis brazos, querida. Descubre que no soy la persona que tú conociste. Quita los vaporosos velos que un día nos separaron y vuelve a mí.
La cárcel me ha cambiado. No soy el mismo que era. Ya no pienso en matarte. Tan sólo pienso en amarte.
Sé que no crees en la bondad de mis palabras. Todo el mundo te dice que no me creas. Pero sé que en el fondo de tu corazón todavía me amas.
Volverás a mí, tarde o temprano. Ya verás como sí.
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Aceptando el "Reto: 5 líneas - Febrero 2016" que como cada mes nos lanza Adella Brac, he escrito este microrrelato. Para leer el resto de relatos de este mes de Febrero acudir aquí

martes, 2 de febrero de 2016

Moneda de cambio

Aquel día me desperté contigo dando saltos de alegría sobre mi cama. El Ratoncito Pérez te había dejado un euro bajo la almohada. Aquella mañana podrías presumir delante de los amigos durante el recreo en el colegio.
Foto: Lola Pena

Lo malo sería que no tendríamos pan para almorzar. Pero por un día no iba a pasar nada.  Seguro que nadie en la casa se iba a quejar al ver tu cara de felicidad.

martes, 12 de enero de 2016

La sopa perfecta

Foto: Lola Pena.


Todo cambió una noche a la hora de cenar. El veneno que le puse en la sopa nos regaló a mis hijos y a mí el tiempo necesario para escapar y la libertad para vivir en paz .