martes, 23 de abril de 2013

Nube de fuego




Cupido no tuvo la culpa. Prefiero echársela al destino o a la diosa Fortuna. Coincidió que era el día de los enamorados… pues era… pero ya se estaba acabando. Fue al atardecer del día. Los dos nos paramos a un tiempo, en plena calle.

Miramos a la misma nube. Yo hice una foto; tú sólo la observabas. Esa coincidencia nos hizo mirarnos y sonreírnos. Tuviste el valor de hablarme. Yo no lo hubiera tenido:

- "Hermosa nube. Parece que está ardiendo”.
- "Lástima que pronto desaparecerá” – te dije.
“Ya no, mientras tu foto exista. No la destruyas nunca. Será un momento único en tu vida”.

Entonces saqué valor no sé de dónde. Lo normal es que mi timidez me impida hablar a las mujeres:

-      “Si quieres te la mando por correo. ¿Cuál es tu e-mail?”.

No me lo podía creer. Le estaba pidiendo su correo electrónico a una mujer. Y ella lo estaba escribiendo en un papel.

Después de eso vino nuestra correspondencia casi diaria durante meses. Nos fuimos conociendo poco a poco. Con miedo por mi parte, con precaución por la tuya. Hasta que llegó nuestra primera cena. Y ahí sí que terminó por surgir algo entre nosotros.

Tú dices que fue trabajo de Cupido, que fueron las flechas del amor que atinaron en nuestros corazones. Yo soy un poco más prosaico, menos poético y prefiero pensar que nuestro destino estaba marcado para que acabáramos juntos.


(Publicado en MeGustaEscribir)

lunes, 8 de abril de 2013

La aventura de vivir


El bebé cerró los ojos. El sol le daba de frente mientras iba sentado en la silla de ruedas que empujaba su mamá.

Durante unos segundos tuvo que dejar de observar ese mundo que le rodeaba y que tanto le fascinaba.


Cada día descubría una cosa nueva. Estaba comenzando a gustarle aquella aventura. No sabía cómo había llegado a ella, pero le estaba gustando.


Un día descubrió un olor que le hacía cosquillas en la nariz si se lo acercaban. Su mamá le dijo que era una flor. Otro día las cosquillas las sintió en la boca. Eran las naranjas.


Pero nadie le había explicado aún que era ese brillo que le hacía cerrar los ojos:


- "Algún día lo descubriré" - se dijo el bebé.



(Publicado en MeGustaEscribir)