Mientras sueño recorro el mundo, construyo puentes para llegar al otro lado.
Microrrelatos y poemas para antes de dormir.
jueves, 31 de enero de 2013
El mejor momento del día
Carla caminaba con las manos en los bolsillos. Mantenía la cabeza erguida a pesar del frío matutino. Ya no llovía. El sol aparecía tímido entre las nubes. Daba gusto estar bajo sus rayos. Miró el reloj para comprobar que no llegaba tarde a su cita. Se alegró. Iba con tiempo suficiente.
Carla cruzó el puente y vio que la marea estaba alta. El sol invernal le daba ahora de lleno en la espalda. Ya no tenía tanto frío. "¿Quién habrá ido hoy?" - se preguntó mientras continuaba su paseo hacia el café "El Kiosco", en la Plaza Mayor.
El olor a café recién hecho inundaba todo el local. Estaba de suerte. Hoy estaban todos: Isabel, Antonio, Jesús y José.
- "Buenos días" - dijo Carla al entrar.
- "Buenos días" - respondieron sus amigos casi al unísono.
- "Un café vienés" - contestó la muchacha al camarero que acababa de llegar a su lado.
Tomó su taza de café entre las manos. Removió la nata para mezclarla con el café y le dio un sorbo. Comenzó a charlar, a bromear con sus amigos. Había llegado el mejor momento del día y había que aprovecharlo.
miércoles, 9 de enero de 2013
El primer guiso del año
Lo primero que hay que hacer es buscar los ingredientes
adecuados sino el guiso no tendrá un buen sabor y después no nos gustará o
quizás nos dé ardores en el estómago.
Habrá que poner un mucho de felicidad y optimismo en el fondo de
la cazuela. Los tiempos que corren son de pesimismo y eso hay que combatirlo
construyendo una buena base para nuestro plato.
También habrá que añadir la cantidad suficiente de salud y de
trabajo. Estos ingredientes harán que el caldo del guiso sea más consistente y
que soporte mejor el resto de ingredientes.
No tenemos que olvidar poner unos cuantos gramos de esperanza
y otros tantos de sueños. Esfuerzo, constancia y lealtad son los últimos
ingredientes que tenemos que agregar al guiso.
Una vez que tenemos todo dentro de la cazuela la pondremos al
fuego, y dejaremos que todo se cueza lentamente. Todos los ingredientes tienen
que ir mezclándose poco a poco. El sabor que cada ingrediente suelto es bueno pero todos
juntos, en su punto de cocción exacto, hacen que el sabor del guiso sea
perfecto.
Cuando lleve unos minutos hirviendo la comida debemos probar
su sabor para saber cómo está de sal y de pimienta. Estos condimentos son los
que dan el ritmo que el guiso necesita, que tanto necesitamos. Sin
esa sal y esa pimienta el guiso queda sin ninguna gracia, y aunque nos
alimenta, no nos da las fuerzas para seguir día a día.
Ya tenemos el guiso calentito y listo para tomar. Sólo nos
queda acompañarlo de la bebida que más nos guste; quizás un vaso de alegría le
vendría muy bien.
Sentarnos a una mesa bien dispuesta, con un hermoso mantel,
nuestra mejor porcelana y una buena
compañía es lo único que nos resta para comer un buen plato de nuestro guiso
especial. Nos reconfortará el cuerpo y el espíritu y nos dará fuerzas para
continuar luchando. Hagamos este guiso siempre que lo necesitemos. Es el único
plato de nuestra gastronomía que nos puede ayudar en los momentos difíciles. Se
lo recomiendo a todo el mundo y todas las veces que les sea necesario. Sólo me
resta desearos buen provecho.
(Publicado en MeGustaEscribir)
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