Foto: Alba Balsa. |
El corazón se le quedó helado, aterrado por el miedo, cuando escondida detrás de las cortinas del salón sorprendió a su madre besando a su tío.
Ahora ya sabía, sin duda alguna, que su verdugo había venido
a casa para quedarse.
Nadie iba a poder defenderla salvo
que le contara a su padre lo que ocurría las noches en que quedaba al cuidado
de su tío.
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